Hace tiempo que no escribo. No siento la Llamada.
Será que me contagié de la enfermedad de vivir en un mundo de enfermos. Aquí la vida son 4 paredes y con suerte una ventana, constantes por turno, dieta turmix y diuresis cuantificada. Las cadenas que más duelen aquí son invisibles. Es la pena que los mata, masterizando el arte de practicar la paciencia obligada.
Y es que ayer la gente se puso a morir y vino a morir y algunos murieron. Pero a aquellos que fueron a vivir también los mataron. El mundo giró al revés, se invirtieron los polos y las gaviotas terminaron de conquistar un Oviedo gris que no entiende de la luna ni la mar.
Quizá fue solo ayer, o quizá es que el mundo funciona así y uno se empeña en mirar al sol las pocas veces que aprieta en este lugar para cegarse las retinas y chamuscarse el alma.
O quizá solo sea que necesito unas vacaciones en ese lugar del mundo, de belleza austera, donde no importa si vas a practicar la vida, el sexo, el pecado o la muerte.
Es muy dura tu vocación y habrá más días como este, que te dejarán desolado, pero la luz vuelve a brillar al final del túnel . Sí, claro que necesitabas unas vacaciones.
ResponderEliminarEl anónimo anterior es mio
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